Serie de ciencia ficción y fantasía escrita por Víctor Mora y que consta de 7 álbumes de entre 40 y 46 páginas.

Primera publicación: 1969 en la revista "Gaceta Junior"

 

DANI FUTURO
Por Ludolfo Paramio

(...) Es notable observar el grado en que Carlos Giménez ha conseguido madurar su grafismo desde «Gringo» a «Dani Futuro». Por supuesto, no se trata de que Dani represente el paso de Giménez al comic de vanguardia. Se trata de algo más auténtico en él y en consecuencia más importante: ha llegado a ser el número uno de nuestros dibujantes comerciales, en el sentido plenamente positivo del término.
Si buscáramos influencias sobre la obra de Carlos Giménez habría que destacar en primer término a Milton Caniff y en una segunda etapa a los dibujantes belgas, los creadores de la imagen Pilote, independientemente de su nacionalidad. Pero en ningún momento tales influencias han supuesto una pérdida de originalidad por parte de nuestro dibujante. Esto se observa principalmente en dos puntos: montaje y color.
Un insólito ejemplo del dominio de Carlos de la técnica más moderna de montaje se halla en la plancha 14 de «Cuando el monstruo ataca». Su brillante realización es lo más distante de la casi total vulgaridad que los dibujantes francobelgas muestran en este terreno. En dicha plancha la primera nota llamativa es que el total de las treinta y cinco viñetas que la componen son viñetas flash. Se trata de una página de un ritmo vertiginoso, de un dinamismo plenamente logrado. Pero, es que además en
ella se encuentran notables hallazgos: dos montajes analí-' ticos sincrónicos y contrapuestos, un montaje secuencia do-i ble y, por último, un montaje alternante. I El montaje secuencia presenta la persecución de una pe-| quena nave voladora por un Cyborg: cada cuadro es do-! ble, con una parte superior en la que vemos la nave y ei I tronco y brazos del Cyborg y una parte inferior para sus piernas. La finalidad de tal montaje está clara: la secuencia superior ilustra simplemente la persecución; la secuencia inferior nos muestra los saltos cada vez mayores dei Cyborg, lo que nos da a entender que está recuperando sus poderes de combate. La construcción es bien sencilla, y sin embargo de gran elocuencia. Los dos montajes analíticos nos muestran el cambio de expresión de los cuatro protagonistas —a) ansiedad, b) alegría— ante el desarrollo de la persecución. La contraposición de ambos montajes viene subrayada por un cambie de color. El montaje alternante, por último, muestra la pérdida de conocimiento del Cyborg al ser atacado con gases soporíferos. Alternan las imágenes del rostro del Cyborg, de las espitas de gas y de la mano —progresivamente crispada— del Cyborg.
En realidad, no hay nada en esta plancha sorprendente que no hubiera sido experimentado con anterioridad, pero la perfecta conjugación de los elementos de la planificación moderna con la trama a narrar logra un conjunto de gran validez y categoría. Giménez ha conseguido incorporar las técnicas de vanguardia a la narración; está claro que sin semejante labor de asimilación los avances de la vanguardia no aportarían sino una momentánea ruptura, pero no enriquecerían el lenguaje del comic. Justo a esta captación de las novedades de montaje —inexistente en la mayor parte del comic de consumo europeo— Giménez posee una nueva nota distintiva: el color. La utilización del color en la imagen franco-belga es realista, se limita a imitar el colorido cinematográfico, jamás altera unas previas convenciones visuales. Por el contrario, Carlos ha prescindido desde el primer momento de tales convenciones en busca de una intensificación del lenguaje, de una mayor libertad en la narración. El color cumple entonces distintas funciones: puede unificar los fondos para destacar el primer término, o fundir a los personajes humanos para una mayor diferenciación frente al paisaje. Las viñetas pueden estar viradas —como en los flash-backs de la primera entrega— o su color puede ser el inverso del real. A parte de lo cual, los efectos de decoración floral y las continuas bromas privadas de Carlos consiguen planchas de una riqueza muy poco común. Carlos Giménez ha logrado el mejor comic internacional de nuestra historia; bien entendido que su comercialidad deriva de que cualquiera puede leerlo y disfrutarlo. Pero no habría podido dibujarlo cualquiera.
Ludolfo Paramio
Fragmento de un artículo publicado en el número 3 de la revista "Bang!", en 1970.