Recopilación de 9 historietas sueltas publicadas en diferentes medios y momentos y que componen un álbum de 64 páginas (leer introducción del autor)

 

HISTORIA DE NUEVE HISTORIAS
Introducción escrita por Carlos Giménez para el álbum publicado en 1994

Este álbum está compuesto por nueve historias realizadas a lo largo de mucho tiempo. A lo largo de más de veinte años. De 1970 a 1992. Estas historias, o no tienen nada en común unas con otras, o tienen en común que todas ellas han sido trabajos sueltos publicados aquí y allá que no han correspondido a ninguna serie concreta y que, por tanto, nunca han sido recopilados en álbum, que es el fin último que un autor de tebeos que se precie debe pretender para sus trabajos.
Son historias de estilos tan diferentes entre sí como sus temáticas y como las revistas o periódicos que, en su momento, las publicaron. Son un poco —sólo un poco— una muestra de las diferentes caligrafías con que, a lo largo de todo este tiempo, traté de expresarme, de los diferentes estilos que, a través de los años, fueron madurando en mí, de mis preocupaciones estéticas, de mis búsquedas narrativas, de mis afectos, de mis admiraciones, de mis inquietudes sociales...
EL MISERERE, de Gustavo Adolfo Bécquer, la historia con la que se abre el presente álbum, se publicó en la revista Trinca, que a la sazón dirigía Isidoro Carvajal. Se publicó en el número 8, en febrero de 1971.
Por aquellos días, el término «cómic», recién acuñado por los snobs, empezaba a deshancar a la palabra «tebeo», acuñada por el uso, la historia y los lectores. Mucha gente en nuestro mundillo editorial repetía la palabra «cómic» sin saber muy bien lo que exactamente quería decir. No era éste el caso del director Carvajal quien, con generosidad y dedicación, se preocupaba de instruirnos: «se llama "cómic" a las historias para adultos, y "febeos" a las que son para niños». Y es que el que sabe, sabe. Por eso él era el director.
Debo agradecer a este buen hombre el «arreglo» que hizo por su cuenta a esta historia, cambiando en la segunda página la frase «¿Me habrán engañado?» por otra mucho más piadosa como «¡Dios mío!».
Para esta edición de EL MISERERE hemos quitado la expresión «¡Dios mío!» y hemos vuelto a poner «¿Me habrán engañado?», que es lo que Bécquer en su cuento, y yo en mi historieta, en su momento, escribimos.
La siguiente historia, EL EXTRAÑO CASO DEL SEÑOR VALDEMAR, de Edgar Allan Poe, se publicó por primera vez, también, en la revista Trinca.
Los originales de esta historieta estuvieron expuestos en Valencia durante un simposio que allí hicieron los de Trinca. Allí, en la exposición, pude comprobar cómo alguien, con una hojita de afeitar, se había entretenido en raspar concienzudamente la © del copyright que figuraba junto a mi nombre hasta hacerla desaparecer.
A alguien de la editorial debió parecerle de mal gusto que el padre de la obra fuese por ahí exhibiéndose como propietario de sus derechos de autor. ¡Qué tiempos!
Para la presente edición hemos estrenado un nuevo rotulado de páginas —el anterior, a nuestro criterio, pecaba un poco de gigantismo— y, faltaría más, hemos vuelto a poner la © en su sitio.
EL FUTURO EMPIEZA HOY es la tercera historia de este álbum. Se publicó por primera vez en 1974 en el tomo «La vida futura» de la Enciclopedia Juvenil Pala.
En su versión original, la primera, que nunca llegó a ver la luz, los personajes eran ligeramente mayores, menos aniñados. Hubo que cambiarlos por exigencia del editor (se pega un papel sobre los personajes y se vuelve a dibujar encima; queda un poco pegote, pero al reproducir no se nota).
En su formato original, el de la Enciclopedia Pala, las páginas eran cuadradas, igual de altas que de anchas. Para esta edición ha habido que estrecharlas (se pega una tira de papel a los lados, tapando la parte de dibujo que se quiere anular y se retoca como buenamente se puede; queda todo hecho una guarrería, pero al reproducir no se nota). También ha habido que alargarlas por arriba o por abajo, añadiendo, a veces, grandes trozos de dibujo e incluso viñetas enteras (se pega un trozo de papel, etc., queda la página hecha una verdadera caca, pero al reproducir —¡Dios mío, que sea cierto!— no se nota).
Si el de la fotomecánica no estornuda cuando esté haciendo el fotolito y logramos reproducir las páginas antes de que se desarmen, ya verán ustedes cómo, una vez reproducidas, no se nota nada.
PARAÍSO PERDIDO (originalmente «Paradise Lost»), sin haberlo pretendido, casualmente, viene a ser algo así como la continuación de la historia anterior. En aquélla se hablaba del futuro que tiene que venir. En ésta, el futuro ya ha llegado.
Víctor Mora —mi viejo amigo Víctor Mora, de quien tantas cosas he aprendido— escribió este guión en francés por encargo de la revista Metal Hurlant, de París, y se publicó por primera vez en 1978 en el «Special Fin du Monde». El mismo Víctor Mora lo tradujo para ser publicado en España, donde recibió, con todo merecimiento, el premio de la revista «1984» al mejor guión del año 1978.
LA GOTERA se publicó por primera vez en enero de 1984 en el número 1 de la revista Madriz:
Poco antes de esta fecha, todavía en 1983, al insigne escritor Francisco Ayala se le otorga el Premio Nacional de Literatura y es elegido miembro de la Real Academia Española.
Ni que decir tiene que estos hechos ocupan las primeras páginas de toda la prensa y espacios destacados en otros medios como radio y televisión. Y es en estos días, justamente, cuando tengo la suerte y el privilegio de conocer en persona y recibir en mi casa a Paco (así llama la irreverente de mi mujer a San Francisco Ayala), que viene a tomar café.
No me llega la camisa al cuerpo: ¿qué le digo?, ¿de qué le hablo?, ¿qué es lo que preocupa a un hombre de su categoría?
Y aquella tarde, mientras afuera, en el resto del mundo, los medios de comunicación de masas se desgañifaban afanándose en glosar la parte divina de don Francisco Ayala, en mi casa, su parte humana nos contaba, al amor de un café y una copita, con la gracia del andaluz y el talento del buen narrador el problema real e irresoluble de su vida: una gotera.
De ahí el título de mi historieta. Es obvio decir en qué me inspiré a la hora de escribir el guión.
En la exposición sobre Francisco Ayala organizada por el Ministerio de Cultura con motivo de habérsele concedido en 1988 el Premio Nacional de las Letras Españolas, LA GOTERA figuró entre los objetos y obras expuestos.
METRO: LAVAPIÉS se publicó en junio de 1988 en el número de PILOTE & CHARLIE titulado «Barcelone-Madrid-Paris^ route de 1'aventure». Es una historia de homenaje. Homenaje al barrio de Madrid donde yo nací y homenaje a las gentes sencillas y variopintas pero generosas y solidarias de ese barrio.
Para documentarme e inspirarme, una soleada mañana de primavera, cámara fotográfica en ristre, me planté en la plaza de Lavapiés. Estas páginas son el resultado de lo que allí fotografié de lo que allí vi y de lo que, inevitablemente, evoqué.
Lo que no cuento en ellas es que, aquella misma soleada mañana, por tres veces estuve en un tris de que me sobaran el morro y me pusieran la cámara por montera por hacer fotos en la vía pública. Y es que a los «camellos» de mi barrio no les gusta que les fotografíen. ¡Esto de hacer tebeos se está poniendo cada vez más difícil!
SABOR A MENTA es uno de los mejores guiones que yo creo haber escrito. Por lo menos, es uno de los que más satisfecho me han dejado. De ahí que lo haya escogido para dar título a este álbum.
Fue galardonado con el PREMIO HAXTUR en 1991, en el XV Salón Internacional del Cómic del Principado de Asturias.
Se publicó por primera vez en 1990, en forma de tira de prensa diaria en el recién nacido periódico barcelonés El Observador.
LA LEY es, como se dice en los créditos, una adaptación del relato «Lo inesperado», de Jack London.
Fue concebida originalmente, también, como tira de prensa diaria y publicada en El Observador a continuación de SABOR A MENTA.
Pero ocurrió que, cuando ya se había publicado la mitad de la historia, el periódico cambió de director y: «Oye, Garlitos, que dice el nuevo director que tienes diez tiras para terminar la historieta».
— Pero... la calidad...
— Diez tiras.
— Pero... el respeto al lector...
— Diez tiras.
Y en diez tiras hubo que terminarla. Fue una pena, porque la parte realmente interesante del relato es la segunda, que es la que habría que haber contado tomándose más tiempo, empleando más papel, matizando y dramatizando más, cargando la intención en lo difícil y complicado que es, en realidad, matar a un hombre legalmen-te, ridiculizando, por ejemplo, ese momento en que Michael no puede subirse él solo al barril para ser ahorcado, o ese otro en que Edith pide ayuda a su marido para quitar el barril de debajo de los pies del condenado.
En fin. Está claro que todas estas cosas, junto con lo de la calidad y lo del respeto al lector, el director de El Observador se lo pasaba por la palomilla, que es una forma fina de decirlo.
Este álbum se cierra con un breve relato —apenas un alegato— de dos páginas: TREINTA POR MINUTO. Es la cadencia con que mueren de hambre los niños en el mundo. Esta historieta no está sujeta a los derechos de autor, y por tanto puede reproducirla libre y gratuitamente todo aquel que lo desee.
Fue publicada por primera vez en diferentes sitios, en muchos sitios.
Aprovecho para dar las gracias a todos aquellos que la publicaron o reprodujeron.