Serie del oeste compuesta por 24 episodios de 20 páginas destinada a ser publicada en el extranjero a través de la agencia Selecciones Ilustradas a partir de 1963
Guión: Manuel Medina y otros

Primera publicación continuada en España: 1970. Ibero Mundial de Ediciones

 

GRINGO
Por Luis Gasca

Igual que existe un «spaggetti western» rodado en las costas de Almería, el género del Oeste ha encontrado también (desde hace años con tas ilustraciones del gran Riera Rojas en el semanario MÍckey^ su expresión gráfica en el comic español. El maestro Jesús Blasco ilustró en Chicos una de las mejores aventuras de Cuto, la titulada «En los dominios de los Sioux», y publicó en el semanario Spirou su última creación, «Los Guerrilleros». «Pistol Jim», de Carlos Frei-xas, obtuvo un notorio éxito en España e Hispanoamérica en los años cincuenta. Y «Gringo», de Carlos Giménez, se exhibió en la exposición de la Bienal Mundial de la Historieta, como muestra de la nueva forma de concebir el co-mfc de vaqueros en España, género que Jorge Buxadé gusta de tratar en tono paródico e impecable. El creador de Gringo, Carlos Giménez, nadó en Madrid el 6 de marzo de 1941, y acostumbra firmar Carlos. Ha sido ayudante de López Blanco, José Carlos, Zafa y García Pi-zarro, así como colaborador de Esteban Marofo, hasta que se inicia como dibujante independiente en 1958, encargándose de la continuidad de «Drake & Drake», tira de viñetas para prensa, encarnado por un matrimonio detective, que distribuía en aquella época Ibergraf. Tras ¡lustrar algunos capítulos de «Buck Jhon» para Francia, en 1963 crea por encargo de Selecciones Ilustradas a Gringo, su primer éxito europeo. Otras obras de Giménez (que escribe su apellido con G y no con J) son el personaje cómico del Oeste, Jerry Ley y Kiko-2000, un marciano aburrido en un planeta feliz.
Inició la ilustración de «Gringo» basándose en los guiones originales de Manuel
Medina, creador literario del personaje. Desde 1963 hasta nuestros días, a Medina le han sucedido Miguel González Casquel y Carlos Echevarría. Incluso el propio Giménez ya no ilustra en este momento el comic, que por dos capítulos fue realizado por Domingo Alvarez Gómez. Actualmente lo dibuja Jesús Peña Regó, alias Suso.
Gringo es personaje típicamente americano, rubio, muy joven, casi barbilampiño. Parece uno de esos héroes de los wesferns fílmfcos que sacados a trompicones de su adolescencia, se ven inmersos en un mundo adulto de cuatreros y facinerosos, donde luchan y disparan porque así lo hacen tfos demás, porque la ley del revólver es una orden para ellos. Su verdadero nombre es Syd Viking, aunque todos le claman Gringo al principio peyorativamente, luego con la admiración que deja en el pueblo llano la estela de sus éxitos con el revólver. Se trata, pues, de un héroe de raíz popular, «metomentodo» como buen americano del Norte, ante quien los países subdesarrollados abren la boca con
beata admiración. De su infancia sabemos bien poco. Por lo visto ha vivido desde su llegada a Méjico en un rancho donde, al iniciarse sus aventuras, ostenta el cargo de capataz. Luego, cuando los azares de la vida errabunda le arrancan del rancho. Gringo no conoce hogar habitual y con sus pistolas al cinto, duerme al pie del primer árbol que encuentra.
No hay mujeres en su vida. Ni tampoco en las de sus amigos y enemigos. Si en alguna viñeta aparece alguna muchacha india, su presencia se debe exclusivamente a dar una nota colorista, o por mera anécdota del guión. En su primera historieta. Gringo tiene una novia que se llama Conchita (como todas las novias del Zorro, o de Cisco Kid en sus versiones filmadas, o de John Wayne en aquellas sus ya lejanas cabalgadas en los seriales de finales del 30), pero pronto se eclipsa en la sombra y ninguna otra mujer viene a sustituirla. Lo que el lector pide es peleas en los «saloons» y muchos tiros. Por eso el comic de Gringo está plagado de CLIC, de PUM, de BANG! BANG! BANG! que atraviesan centelleantes las viñetas entre ráfagas de pólvora.
Gringo dedica su vida a defender la del prójimo, indios o mejicanos casi siempre. En una ocasión, define así su actitud ante la vida:
—¿Eres tú ese que defiende a los mejicanos contra nosotros?
—Yo sólo defiendo la razón, sin reparar en qué lado de la frontera está.
—Ellos no son de tu raza.
—Todos los hombres buenos son de mi raza. No importa que sean téjanos o mejicanos. —Sin embargo, ellos te llaman Gringo. —También me llaman hermano. —Acabarás mal.
—Es posible. Pero mientras tenga sangre en mis venas, ayudaré a los débiles y a los justos, aunque vosotros me llaméis renegado y ellos me llamen Gringo. Los guiones del comic son blandos, carentes de impacto, infantiles como el público al que van dirigidos —por eso no hay mujeres, por eso sólo abundan los tiros y puñetazos, considerados como inocuos por la censura de todos los países— pero las ilustraciones de Giménez valoran el texto. Dibuja «Gringo» en clave de humor, de forma ágil y efectista. Es muy limpio en su realización, gusta extraordinariamente de las sombras y de los trazos seguros, firmes. Cada cuaderno de la serie, unos 30 en total, tiene 20 páginas y se publican en casi todos los países europeos, y en España dentro de la colección Gigante de la Historieta.
Luis Gasca